Precios Justos se relanzó la semana pasada con el objetivo de intentar contener a la inflación. Economía decidió bajar la pauta de los incrementos, que cayó de 4% a 3,2%, y esta nueva etapa tendrá como plazo finales de este semestre.
La gran incógnita que queda ahora por resolver es qué ocurrirá en la segunda parte del año. Para el Gobierno, que sabe que la inflación será determinante en las urnas, y para las empresas, que esperan por la llegada del «primer rebelde», en caso de que las pretensiones oficiales no cambien.
Las empresas, no es novedad, no están felices de tener que regirse por el programa oficial. Más allá de que exista una cuestión política en el medio, las industrias aceptaron este juego porque a cambio se les ofreció dólares para poder importar insumos.
Pero esto no se dio en la medida de lo esperado. «Se retrasan nuestros precios, perdemos contra la inflación y para colmo los dólares no aparecen», se quejan desde las empresas. Se supone, el clima de paz entre Gobierno y empresas está garantizado hasta mediados de junio.
Pero el gran interrogante es qué ocurrirá después. En el mundo industrial sobrevuela la idea de que, si no se aflojan o incluso no se eliminan las condiciones, alguna de las empresas levantará la voz y comenzará a transitar por un camino paralelo al trazado. Todo esto, claro, con las elecciones cada vez más cerca.
El Cronista