El nuevo esquema de intervención del BCRA en el mercado cambiario comenzó a tener efectos. Se morigeraron los avances del dólar en el mercado de contado con liquidación. Habrá disponibles $ 2,4 billones para intervenir en el mercado.
Desde que se anunció el esquema que busca controlar la volatilidad de los financieros se habrían aplicado el equivalente a u$s 100 millones. Sin embargo, la respuesta de los mercados no estuvo a la altura de los esfuerzos oficiales. Ni los bonos mejoraron rotundamente ni el resto de los dólares cayeron con estrépito.
No le podremos decir que no avisaron. Pero lo hicieron con una nota al pie. Tampoco podrán decir que no se los entiende, o no se quiere comprender.
La intervención al dólar fue resuelta para apaciguar a un sector del mercado y de los analistas que vienen demandando la apertura del cepo al ver que se trata de una condición para que se formalicen inversiones. Amanece detrás de ese pedido el de una devaluación del peso, que el Gobierno anticipó que no concedería dado que no evalúan un retraso cambiario.
El Central reiteró que el peso sólo servirá en el futuro para pagar impuestos y que lo que avanza es la competencia de monedas, la letra chica de los anuncios.
La frustración de los operadores financieros por la falta de anuncios sobre el cepo y por la imprecisión en la comunicación de las medidas agravaron las cosas. La mirada pasó al uso de reservas para intervenir en el CCL, que restaría capacidad de pago de los vencimientos de deuda.
Las aclaraciones que oscurecieron abarcaron al ministro de Economía, Luis Caputo, que repuso la discusión del futuro régimen monetario y anticipó -por radio- que el peso será la moneda fuerte, escasa tras absorber el exceso de emisión, que la gente no debería comprar dólares caros porque perdería, que el peso será la moneda exclusiva para pagar impuestos.
El story telling oficial es consecuente con hacer escaso al peso -o eliminarlo-. Sin embargo, el mensaje contradijo a la condena al peso como excremento que hizo el propio Javier Milei.
medidas monetarias by Cronista.com
El martes, sin decir agua va, el BCRA anunció las últimas medidas monetarias –que El Cronista había anticipado días antes-, la cual más relevante fue la del número fijo para la base monetaria amplia (BMA) que se tomará como punto de partida para la «segunda etapa del programa de estabilización bajo control de cambios».
Es decir, los pesos en la economía al 30 de abril pasado, una especie de relación de convertibilidad, o mástil de Ulises, de $ 47,7 billones corrientes.
Describe que las medidas son para «consolidar el proceso de eliminación de la inflación y sentar las bases del marco normativo para la implementación de la competencia de monedas«.
Y la definición formal de lo que se viene, descripta en, apenas, una nota al pie: «El peso continuará siendo demandado como medio de pago exclusivo de impuestos y el BCRA continuará adecuando la normativa a efectos de facilitar la incorporación de moneda extranjera al sistema bancario doméstico».
No le podremos decir que no avisaron. Pero lo hicieron con una nota al pie. Tampoco podrán decir que no se los entiende, o no se quiere comprender.
Hay un déficit de comunicación que algunos sospechan que puede ser de idoneidad, empezando por algunos referentes como el ex viceministro de Caputo, Joaquín Cottani.
El Cronista