NO IMPORTA LA RAZÓN

Napoleón Bonaparte le preguntaba a sus soldados si eran hombres de suerte. Si la respuesta era negativa, los rechazaba. Javier Milei –como repetía en privado Carlos Maslatón antes de anticipar el fracaso libertario que no fue–, es, indudablemente, una persona a la que acompaña la fortuna. En medio de las dudas sobre el tipo de cambio, la acumulación de reservas o el repunte desigual de la actividad económica, la denuncia por violencia de género de Fabiola Yáñez contra Alberto Fernández le regaló al Gobierno el bien más preciado que puede adquirir sin dólares: tiempo.

Una de las versiones a raíz de las filtraciones del material indica que volvió a operar la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) gracias a los fondos reservados que le asignó el Gobierno. Si bien es algo que Santiago Caputo desearía que ocurriera a mayor velocidad, lo cierto es que la Casa Rosada no fue quien promovió la maniobra aunque sí quien la administra. La próxima instancia podría ser migrar parcialmente la atención de Fernández a su entorno con el objetivo de lesionar figuras con proyección electoral en el extinto Frente de Todos, para intentar arrebatarle la mayor cantidad de senadores posibles en las elecciones del año que viene. El apuntado por el oficialismo y sus satélites es Leandro Santoro que, en el último sondeo que recibieron en Balcarce, aparece muy cerca de una eventual Patricia Bullrich candidata en la Ciudad de Buenos Aires.

Luego del allanamiento en el que secuestraron, entre otras cosas, su teléfono, aparecieron diferentes versiones. Una de ellas –tal vez la más optimista para políticos, empresarios y jueces cercanos a Fernández– es que horas antes del allanamiento, una persona de su primer anillo llegó a limpiar y cambiar el viejo móvil del expresidente. Si el rumor no fuera cierto, hay al menos dos magistrados –uno de Instrucción y otro de la Corte– que podrían estar pasando horas de incomodidad. Tienen algo a lo que aferrarse: Julián Ercolini fue, hasta el momento, una garantía de cuidado para sus pares y superiores.

El primer registro audiovisual –ni de cerca el más relevante según pudo averiguar #OffTheRecord– que se filtró (acá difieren las versiones: desde el entorno del juez rechazan que haya salido del Juzgado y señalan a Yáñez, y la exprimera dama dijo en el reportaje con Infobae que tenía el “teléfono intervenido”) fue el de Tamara Pettinato en una situación de ocio con Fernández en Casa Rosada. El nombre de Ercolini cobra, entonces, especial importancia porque fue uno de los pasajeros a Lago Escondido, aquella causa donde Fernández intervino con una cadena nacional para señalar a cada uno de los integrantes de ese vuelo que involucraba a jueces, empresarios y elementos de inteligencia. Pettinato es pareja del diputado nacional José Glinski, señalado por los huemules como el primer eslabón responsable en aquella maniobra que terminó en la Justicia cuando era titular de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). ¿Fue casualidad o una revancha que involucra a jueces, fiscales y empresarios? Es una incógnita.

La versión de Yáñez es tenebrosa y se agrava en términos simbólicos cuando el victimario es el presidente que se apalancó como ningún otro en las políticas de género. Fernández, en privado, reconoce algunas cosas –lo que implica que la violencia existió–, pero niega los golpes. A excepción de Eduardo Valdés y Aníbal Fernández, ningún dirigente de su entorno salió a apoyarlo. El kirchnerismo rápidamente validó la denuncia de Yáñez a través de la camporista Mayra Mendoza. Unos días después, la organización emitió un comunicado donde respalda formalmente a Fabiola y habla de la violencia de Fernández contra Cristina. No queda claro cuál fue, al menos en el texto. Ni por qué Cristina decidió hablar de ella o de otros presidentes –como Mauricio Macri y Fernando de la Rúa– en su publicación en X. O sí: el kirchnerismo cree — con razón– que se relativizó en términos políticos el atentado contra CFK y que se encubrieron a los autores intelectuales en aspecto jurídico. Sin embargo, no recorrió –en materia de opinión pública– un camino demasiado diferente al ataque a Donald Trump, un tema que, para frustración republicana, casi abandonó la conversación pública en la prensa americana.

El kirchnerismo cree que está atravesando un camino similar al explorado en 2016. “En situaciones de repliegue nos hacemos un bollito para aguantar el chubasco”, resume un dirigente K ante #OffTheRecord que no tiene la certeza de que el resultado sea el mismo que en 2017 aunque nadie se mueva para representar el 45% disconforme con Milei si bien, al menos en provincia de Buenos Aires, se perfilan Juan Grabois –¿por dentro o por fuera del peronismo?– y Facundo Manes por el radicalismo.

A uno de los que les vino bien que se abra la caja de Pandora de contenidos que involucran al expresidente Fernández en escándalos de todo tipo, es al juez federal de Rosario Marcelo Bailaque. Es que en la mañana del pasado jueves, la diputada provincial del socialismo santafesino, Lionella Cattalini, ingresó una denuncia penal contra el magistrado en los Tribunales Federales de aquella ciudad para que se lo investigue por presunta corrupción en causas que involucran al principal narco de Rosario y de la provincia, Esteban Lindor Alvarado. A Bailaque se lo acusa de demorar actuaciones contra este capo narco –por ejemplo rechazar solicitudes de intervenciones telefónicas– detenido en 2019 por accionar de la Justicia de la provincia de Santa Fe, y por vínculos difícilmente explicables como que contrató en su juzgado al hijo del contador que firmaba los balances en las empresas de Alvarado, además de compartir sus servicios profesionales. Por esto mismo, también pesa en su contra una investigación en curso en el Consejo de la Magistratura.

En paralelo y después de un ciclo de noticias que no viene favoreciéndolo, Trump volvió a la red social antes conocida como Twitter para una entrevista en vivo con Elon Musk, el dueño de la plataforma X. Uno de los hombres más ricos del mundo que, además, le dio su apoyo. Fue una conversación amable, casi un acto de campaña para Trump, que de acuerdo a la propia plataforma, fue acompañado en vivo por más de un millón doscientas mil personas. La conversación transcurrió casi todo el tiempo en las líneas previsibles de Trump, que habló de inmigración, dedicó mucho tiempo a Joe Biden –aunque no sea más candidato– y tuvo lugar para que el candidato trajera de vuelta haber sobrevivido, de milagro, al intento de asesinato.

Trump dejó para Musk cualquier suspicacia sobre la –deficiente– actuación del Servicio Secreto –que debía prevenir que el ataque se produjera– y hasta fue elogioso de algunos agentes. Sus molestias con la actuación estatal las reservó para las múltiples causas penales que tiene abiertas, tanto por cuestiones de conducta personal como política, incluyendo su intento por revertir el resultado electoral y la toma del Capitolio en enero de 2021. Trump se nombró a sí mismo como un perseguido político. Musk añadió al cóctel de temas habituales de Trump (inmigración, delincuencia, inflación y sus rivales demócratas) una preocupación por achicar el gobierno y desregular la economía, un compromiso que logró arrancar al expresidente. Allí se produjo el segmento más relevante para quienes sintonizaban desde Argentina, donde ambos elogiaron a Milei, a quién Trump comparó con él mismo. “Está haciendo a Argentina grande otra vez”, dijo, jugando con su propio slogan, mientras destacó sus logros en materia de lucha contra la inflación.

Fue un recordatorio del status que Milei mantiene a nivel global y particularmente entre los representantes del sector tecnológico. El presidente argentino comparte con el ala más reaccionaria de Silicon Valley la mirada desconfiada del Estado y de la regulación, el optimismo tecnológico y la convicción del heroísmo de los empresarios privados. Una sinergia que ni el propio Trump –al que abrazaron como una alternativa preferible a las políticas distributivas y regulatorias demócratas– les ofrece. Para frustración de los que desde el peronismo quieren poner a Trump como parte de un gran movimiento nacionalista a nivel occidental, sin embargo, aún revolviendo mucho y muy lejos en la historia, difícilmente encuentren ejemplos de un líder estadounidense que mencione en campaña a un presidente argentino entre sus ejemplos.

Con todo, el nivel de referencia política que exhibe Milei a nivel global no redundó, hasta ahora, en resultados concretos para el país. El Milei líder político y el jefe de Estado corren por carriles separados. Otro ejemplo de esa dualidad se produjo la última semana, cuando después de visitar Vaca Muerta, el presidente cruzó a Chile a reunirse con empresarios del país trasandino y diferenciarse del kirchnerismo, al prometer un suministro ininterrumpido de gas argentino hacia ese país. Las circunstancias son bien distintas. Cuando Néstor Kirchner tomó aquella medida –que trajo fuertes discusiones diplomáticas–, Argentina enfrentaba enormes dificultades en la producción energética. Con Vaca Muerta, el gas posiblemente sobre, no sólo en la estación cálida, y se necesitan mercados e infraestructura para colocar nuestra producción. Chile, con los gasoductos existentes, es el primero y más sencillo de los destinos posibles. Ninguna cuestión de voluntad política.

En el medio, el presidente quedó frustrado en su intento de reunirse con Gabriel Boric, que negó la bilateral por lo que en Chile califican como desprolijidad del Gobierno argentino, que notificó del viaje con escasa anticipación y convirtió el viaje en uno más en la larga lista de visitas internacionales de Milei que no funcionan como visita de Estado. El excanciller de la Concertación, Heraldo Muñoz, fue una voz extraoficial para la crítica: “Esta visita privada y gestión de encuentro en la hora undécima no ayuda para nada”, declaró. Con todo, la vocera Camila Vallejo destacó el buen estado de la reunión bilateral y la canciller argentina, Diana Mondino, sí logró ser recibida por su par chileno, Alberto van Klaveren. Mondino salvó las ropas para una relación que, en los números del comercio, se encuentra entre las más importantes para el país: Chile es el mayor superávit comercial de la Argentina desde hace siete años y el saldo positivo para Argentina en 2023, con sequía, superó los 4 mil millones de dólares, prueba de un comercio más diversificado y resiliente de lo que acostumbramos. Una agenda que, con voluntad política, podría llegar más lejos.

En un contraste que espera que le traiga la primera noticia positiva en mucho tiempo, Axel Kicillof se anotará su primer triunfo propio en el área diplomática en Brasilia, donde será recibido por Lula da Silva. No sólo eso: también tenía previstas reuniones con el vicepresidente, Geraldo Alckmin; el ministro de Economía, Fernando Haddad; y con el canciller, Mauro Vieira. La agenda de cooperación productiva, mencionada oficialmente, parece más una excusa de lo que a todas luces aparece como un respaldo político. Kicillof recibirá tratamiento casi de jefe de Estado y se irá con encuentros al más alto nivel y una foto que Milei todavía no tuvo, a pesar de haber enviado una carta firmada de puño y letra al presidente brasileño.

Esta semana quiero recomendarles que vean la última emisión de #FallaDeMercado, el programa de Jairo Straccia en C+, donde desafía con datos la versión oficial de Javier Milei que plantea que los salarios le están ganando a la inflación. Acá también pueden ver todos los episodios de un programa que es “una de las cosas en términos económicos más interesantes desde Marcelo Zlotogwiazda hasta la fecha”, según Emmanuel Álvarez Agis.


Iván Schargrodsky | Cenital

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