El titular de la cartera cuenta detalles de la iniciativa. Sostiene que «ni los especialistas ni los organismos internacionales avalan la repitencia» y que «tiene que haber más Estado».
La modificación del régimen académico del nivel medio en la Provincia pauta, entre otras cuestiones, cómo los estudiantes acreditan las materias y pasan de año. El nuevo modelo, votado por unanimidad en el Consejo General de Cultura y Educación, entrará en vigencia en 2025 y es parte de una actualización integral de la escuela secundaria. “Pensamos en un esquema más parecido al del sistema universitario”, expresó a Tiempo el titular de la cartera educativa bonaerense, Alberto Sileoni, en referencia a la reforma que tiene a la eliminación de la repitencia como uno de sus aspectos centrales.
–¿De qué diagnóstico parte la modificación del régimen académico?
– La propuesta es parte de una actualización integral de la escuela secundaria que requiere transformaciones. Recuperamos experiencias muy diversas de las escuelas, que se hacían como excepción. No es una política aislada: construimos 222 escuelas nuevas, 50 son secundarias. Junto al gobierno nacional anterior, distribuimos 500 mil libros. Lo que sigue es modificar los contenidos curriculares y llamar a concursos de titularización a una gran cantidad de directivos porque las escuelas conducidas por directivos estables logran mejores rendimientos.
–La propuesta tiende a eliminar la repitencia o constituirla como excepción. ¿Qué pasaría con las materias no aprobadas?
–Si el estudiante tiene hasta cuatro materias por debajo del promedio necesario, debe asistir a un proceso de intensificación en el que va a haber más docentes ayudándolo a estudiar. A partir de la quinta, va a tener que recursar alguna. Esa decisión va a ser acompañada por un equipo de la escuela. Un 75 por ciento de las instituciones puede ofrecer la posibilidad de cursar a contraturno y hay otras que podrían abrir los sábados. Se trata de una trayectoria más parecida a la universitaria. Este modelo está presente en buena parte de nuestro país y en el mundo: Europa, Estados Unidos, Uruguay, Costa Rica, Chile y Paraguay. La escuela secundaria debe salir de una matriz que tiene 100 años: ni los especialistas ni los organismos internacionales avalan la repitencia.
–¿Cómo se piensa esa autonomía? No es la misma situación la de un adolescente que cursa un nivel obligatorio que la de un adulto universitario.
–Por eso mismo: los chicos van a ser acompañados por adultos, va a haber una inversión en módulos y cargos docentes. Cuando un pibe de clase media empieza a andar mal en alguna materia, acude a un profesor particular. Para los pibes de los sectores más carenciados, tiene que haber más Estado.
–¿A qué sujeto estudiante está principalmente destinado este cambio? Porque una cosa son las dificultades en el aprendizaje, pero otro posicionamiento estudiantil es el de la especulación frente a la apatía que generan los contenidos: cómo aprobar en el menor tiempo posible y de la manera más sencilla.
–Si hay contenidos que no les hacen sentido a los estudiantes es porque no son atrayentes y porque no son alumnos que se dedican solo a estudiar como en otra época. Hay infinidad de pibas que son mamás o papás, que te dicen “profe tengo que faltar dos o tres días para hacer una changa y vuelvo”. Nosotros tenemos que pensar en los 1.700.000 estudiantes de una jurisdicción con una tasa de pobreza alta y una población que vive en el 5 por ciento de su territorio. Un 10 por ciento está en esta situación de deber muchas materias. Hay algunos que caminan tranquilos, otros que corren y les va muy bien, otros que tropiezan. Quienes ideamos políticas públicas tenemos la obligación de pensar en todos. Queremos a los pibes en la escuela, el único lugar donde puede estar un chico de cualquier origen y condición social. Esto no quiere decir que dejen de transitar la complejidad del secundario, pero sí que estén más acompañados para aprender y construir un proyecto de vida.
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