A fines de los años 80 Tess McGill salía todas las mañanas desde su casa en Staten Island, cruzaba en ferry hasta Manhattan y cuando, finalmente, llegaba a la oficina cambiaba su cómodo par de zapatillas por los tacos altos que exigían sus jefes. Era la secretaria de una importante compañía dedicada a fusiones y adquisiciones, y su jefa -y modelo a seguir- era Katherine Parker, una mujer ejecutiva que había hecho su propio camino en un mundo de hombres. De fondo suena la inconfundible voz de Carly Simon y su clásico Let the River Run, con coro gospel incluido.
Pasaron 35 años desde el estreno de Secretaria ejecutiva y, pese a que hubo avances, en el fondo, poco parece haber cambiado en los negocios. En la Argentina, las mujeres ocupan el 61% de las plazas universitarias y cuando se inicia la carrera corporativa los puestos de trabajo se distribuyen de manera paritaria. Sin embargo, a medida que se escala en la pirámide organizacional la proporción femenina empieza a caer y llega, según un estudio de Grant Thornton, a apenas el 29% en los cargos directivos.
Muchas menos son, incluso, las que logran ocupar el sillón del CEO, el más importante para dirigir los de una compañía. De las 548 empresas, universidades y organizaciones empresarias que participaron de la última edición del Quién es quién de El Cronista, apenas 60 estaban encabezadas por mujeres. Poco más del 11%. Eso significa que prácticamente el 90% tienen una cabeza masculina.
Hoy está claro que si no llegan hasta allí no es por falta de preparación o de dedicación. La maternidad, hacerse cargo de las tareas de cuidado de los hijos y, también, de los mayores, todavía suponen para muchas compañías una desventaja para las mujeres. Así -de manera consciente o inconsciente-, los ascensos recaen mayormente en los varones.
A pesar de todo, existen quienes lograron destacarse y escalar la pirámide organizacional. Personas como Mariana Gallo, de PepsiCo; Gabriela Aguilar, de Excelerate Energy; Ivana Dip, de BMW, o Isela Costantini, actualmente en GST Grupo Financiero y previamente en GM y Aerolíneas Argentinas, se abrieron paso y hoy dirigen los destinos de sus empresas.
Desde su lugar buscan no ser un caso aislado. Por el contrario, ya están buscando cómo ayudar a que las mujeres que vienen detrás tengan el camino más allanado y, de esa manera, que la paridad no sea solo un sueño, sino que como le sucedió a Tess McGill, la heroína corporativa interpretada por Melanie Griffith, a fuerza de estudio y perseverancia, y ahora con el apoyo de sus pares mujeres y la guía de las que las precedieron en el camino, las puertas del éxito se abran de par en par.
El Cronista