¿Quién la ve y quién no? Todos dicen tener la verdad pero los extremos son tan opuestos que es imposible que de ambos lados tengan razón. El Gobierno, obviamente, se agarra lo más fuerte que puede a variables que le dan un balance positivo de la gestión.
Desde ya la inflación es una de ellas, y también hacen un fuerte anclaje en la baja del déficit. Del otro lado, los números que se muestran son durísimos.
Por ejemplo, que la pobreza en los 9 meses de gestión libertaria creció del 44% al 54%, que el consumo cayó en julio 16,1% (la más dura en los últimos tres años), que en ese mes las ventas de las Pymes se redujeron 15,7%, o que la actividad industrial se desplomó 19,5% interanual en junio.
Dentro del mundo empresario, salvo algunas excepciones, la visión es intermedia. Tal vez no porque no se quieran jugar, sino porque tienen la necesidad de no caer en la desesperación y hacerse la idea de que la situación mejorará. «Este es un ‘elijo creer’ enorme para el sector empresario. Porque hay variables que no se pueden esconder y que muestran que la situación al menos por ahora no cambia. Pero de algo nos tenemos que agarrar», sostienen algunos industriales.
Para muchos, es eso o seguir conviviendo con el fantasma del descenso (de la actividad, en este caso), una etapa que ya quieren dejar de lado.
Esa esperanza de la que se aferran es que, al menos en algunos sectores, se atreven a entender que la caída habría llegado a un piso, es decir que al menos no se iría más abajo.
De hecho, algunos privados entienden que en julio ese freno ya se observó. El sector metalúrgico, por ejemplo, le pone alguna cifra a esas expectativas. La Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA) asegura que la actividad en julio mejoró un 1,3% contra junio, aunque cayó 11,7% en la medición interanual.
Como ocurre con ciertos sectores, en algunos se ve cierta luz de esperanza, aunque muy tenue y siempre muy atado a lo que ocurra con una mejora del poder de consumo, algo que por el momento no viene mostrando un desempeño justamente esperanzador.
El Cronista