Hace ocho años tras la asunción de Mauricio Macri como presidente y con la llegada de un gobierno más amigable con los negocios, la Argentina volvía a estar en la mira de los inversores. Estudios de abogados y firmas de consultoría recibían consultas a diario sobre las posibilidades de desembarcar con una filial o de adquirir activos que se percibían muy baratos en dólares y que, creían, tenían un inmenso potencial de crecimiento.
Sin embargo, la breve experiencia de apertura macrista dejó un sabor amargo. El período presidencial jaqueado por problemas -heredados y propios- que no supo resolver no dio los frutos esperados por aquellos que se aventuraron a desembarcar en el país. Los cuatro años siguientes en los que el Estado sumó infinidad de regulaciones, impidió girar dividendos a las casas matrices y permitió la entrada de importaciones a cuentagotas hicieron el resto.
¿El resultado? Contra lo que podría esperarse, Javier Milei y sus esfuerzos por desregular y abrir la economía no entusiasman en el mundo. Más allá del posteo en X (ex Twitter) republicado por Javier Milei sobre el interés de inversión de empresas como Tesla, Walmart o Hasbro, no hay indicios de que el capital esté mirando el país.
«Milei despertó interés por lo exótico del personaje. Todas las preguntas que recibimos tuvieron que ver con eso. Ahora, consultas sobre la posibilidad de comprar activos argentinos no hay. La sensación es que quieren asegurarse de que estos cambios que se propone realizar el gobierno van a ser duraderos«, dice el número uno en la Argentina de una de las Big Four.
Entre los consultores la coincidencia es total: nadie se va a arriesgar a poner dinero en un país que de un día para el otro cambia las reglas de juego de manera drástica. Los únicos sectores a salvo, agregan, son minería y energía porque la oportunidad es muy grande.
«Tal vez con el correr de los meses y si el Gobierno se consolida y consigue que el DNU 70/23 quede firme y que el Congreso apruebe la ley ómnibus, empecemos a ver algo de movimiento», señalan y otra firma y cierran: «Todos tienen muy fresca la experiencia de 2015 a 2019 y el que se quema con leche, ve una vaca y llora«.
El Cronista
