IDENTIFICARON LOS RESTOS HALLADOS EN UNA CASA AL LADO DE DONDE VIVIÓ GUSTAVO CERATI

Tras la repercusión del caso, las pericias óseas y el hallazgo de pistas, se reconstruyó una parte fundamental de la causa para determinar la identidad del NN enterrado en un patio de un barrio porteño. 

Tres meses después de que se encontraran restos óseos enterrados en la medianera de una casa del barrio porteño de Coghlan, que iba a ser demolida para la construcción de un edificio, una prueba de ADN determinó que pertenecían a un adolescente que se encontraba desaparecido desde 1984.

Todo comenzó con el hallazgo de 150 huesos humanos y algunos objetos (ropa y accesorios) por un grupo de albañiles que, el pasado 20 de mayo, trabajaba en el terreno que quedó tras una demolición en Congreso 3748. Los trabajadores estaban levantando una pared donde había una ligustrina como única separación, cuando desde el jardín de la casa ubicada en Congreso 3742 hubo un desmoronamiento y quedaron expuestos los restos óseos.

Debido a que en la Ciudad de Buenos Aires está prohibida la inhumación en lugares que no sean cementerios u otras áreas autorizadas, la investigación de la causa, caratulada como “averiguación de delito”, quedó a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional número 61, encabezada por Martín López Perrando, quien buscaba esclarecer cómo murió esa persona, quién era, y por qué y quién la enterró allí.

Para esto, solicitó la tarea de la pericia ósea al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Poco se pudo conocer entonces sobre la identidad de la persona enterrada. El informe decía que los huesos pertenecerían a una «persona joven, menor de 30 años, y de una contextura física grande», y sostenía que el cuerpo había sido «enterrado en los años 90».

Los elementos que se encontraban enterrados junto a los restos fueron claves para sumar información. Según el informe de la Policía Científica de la Policía de la Ciudad, se encontraron una suela de un zapato de un calzado número 41, lo que parece un corbatín azul de colegio muy gastado, un llavero naranja con una llave y un reloj Casio con calculadora fabricado en Japón en 1982. Había además una moneda de 5 yenes.

En ese terreno, donde se levantaría una torre con departamentos, anteriormente había una casa en la que vivieron la artista Marina Olmi –hermana del actor Boy Olmi– y el ex líder de Soda Stereo, Gustavo Cerati. El músico la alquiló entre entre 2002 y 2003. Aunque los artistas no tengan nada que ver con el caso, éstos datos no son menores, ya que su popularidad permitió que la noticia trascendiera en los medios y las redes sociales y que genera una gran repercusión. Así, la noticia llegó a oídos de un hombre, que a medida que los datos del NN que se iban conociendo —edad, vestimenta, sexo contextura—, pensó que podía tratarse de su tío Diegodesaparecido en 1984. Cuando dio aviso a la Policía, los forenses le tomaron una muestra de sangre a la madre, que coincidió perfectamente con los datos genéticos de los huesos.

A quién le pertenecían los huesos

Los huesos enterrados en el patio de una casa en el barrio porteño de Coghlan pertenecían a Diego (su apellido se encuentra reservado), un joven de 16 años que había desaparecido el 26 de julio de 1984. Jugaba al fútbol en el club Excursionistas, de Belgrano y entrenaba todos los días, menos los jueves. Iba a la Escuela Nacional de Educación Técnica (ENET) N° 36.

El chico, según consta en la denuncia, fue visto con vida por última vez en la tarde de esa fecha en la esquina de Naón y Monroe, en el barrio de Belgrano, a pocas cuadras de su casa. Llevaba su uniforme cuando desapareció. Horas más tarde, como no volvía a su casa, sus padres se presentaron en la comisaría 39, pero no les quisieron tomar la denuncia, alegándo que se había ido «con una mina«.

Diego no volvía, y ante la desesperación, la familia acudió a los medios de comunicación, donde lograron que les hicieran una entrevista para la revista ¡Esto! del diario Crónica. Sin embargo, nunca supieron más nada de él en 40 años, hasta ahora.

Según determinaron los especialistas del EAAF en su último análisis, el adolescente recibió un puntazo mortal que dejó su marca en la cuarta costilla derecha. Asimismo, una vez muerto, el o los atacantes quisieron descuartizarlo usando algún tipo de serrucho. Pese a los intentos, no lo consiguieron.

La Policía científica indicó además que la fosa donde estaba enterrado el cuerpo era de unos 60 centímetros, es decir, de muy poca profundidad, lo que para los investigadores significaría que fue cavada con descuido y apuro. Eso explicaría, también, por qué se dejaron con el muerto objetos que podrían llevar a su futura identificación.

El padre de Diego murió años atrás en un accidente de tránsito. Estaba convencido de que a su hijo lo había secuestrado una secta. La madre del joven recibió la noticia esta semana.

Aunque todo indica que el crimen está prescripto, al fiscal López Perrando buscará reconstruir que pasó. Los dueños de la casa donde apareció el cuerpo serían entrevistados para conocer detalles de su vida en esa vivienda en 1984. Se trata de una anciana y sus hijos, una mujer y un varón de apellido Graf.

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