Los empresarios y el Gobierno están en sintonía. O al menos tienen por el momento un pacto no escrito de esperar un tiempo prudencial antes de golpear fuerte la mesa para reclamar por alguna cuestión.
Hay buena predisposición en varios sentidos. En ningún momento se escucha a un funcionario ir en contra de «los empresarios«, como sí ocurrió en otras gestiones. Y lo mismo ocurre del otro lado. No hay industriales que hablen abiertamente mal de la gestión libertaria.
Tal vez se puedan marcar como primeros roces el reclamo del ministro de Economía, Luis Caputo, a las alimenticias por lo que considera «aumentos desmedidos» de precios, pero se trató de un caso puntual. Esto generó molestias en el sector, pero tampoco hubo grandes sobresaltos.
Incluso hay un consenso respecto de la recesión que se ve hoy en la economía. Y esto se ve desde ambas veredas, por lo que tampoco aquí se generan grandes choques.
En el encuentro que los empresarios del G6 mantuvieron con Milei este viernes le hicieron explícito su banca. «Apoyamos en este tránsito», sostienen, al referirse al complejo 2024 que se estima tocará atravesar.
Lo que solo se verá con el tiempo es cuánto puede durar esta correcta relación entre industria y Gobierno. Tal vez lo que se puede deducir es, como en el fútbol, que los resultados mandan. Hoy los números justamente no ayudan, pero está de pie la postura de ambos lados de no hacer olas.
El Gobierno promete que el segundo semestre -término poco feliz después de que lo utilizara hasta el cansancio Mauricio Macri durante su presidencia- llegará con algo de alivio. Será cuestión de ver si los números ayudan.
El Cronista