TODO ES INCERTIDUMBRE

La Libertad Avanza busca despejar el panorama luego de la cuasi ruptura entre Karina Milei y Santiago Caputo con el horizonte inmediato de las elecciones bonaerenses. Javier Milei y su hermanísima le pidieron a Caputo que diseñe e implemente la estrategia electoral. Un caramelo de madera para Bambi al que acuden por dos motivos: por necesidad e, hipotéticamente, para coparticipar los costos de un resultado que podría no ser el esperado para el mundo libertario.

Según las encuestas por sección, en la primera sección electoral hay una ventaja con algún tipo de nitidez para LLA. Sin embargo, en la tercera, el peronismo está –a hoy– entre 10 y 15 puntos por delante del oficialismo nacional. Estas dos secciones representan, juntas, el 70% del electorado bonaerense. En la segunda, con cerca del 5%, la presencia de los hermanos Passaglia atomiza el voto antikirchnerista y aleja al mileísmo de poder coronar. Algo similar ocurre en la cuarta –4% del total– con la candidatura del intendente de Junín, Pablo Petrecca, por fuera del “acuerdo” LLA-PRO, pero el frente violeta compensa en la quinta con una ventaja clara en una sección que representa el 10% al igual que en la sexta –5%. Séptima y octava –2 y 4% respectivamente– aparecen competitivas para ambos.

Sobre ese escenario se recorta el debate entre LLA y el PRO en la Ciudad, donde el macrismo pidió tres diputados en condiciones de ser elegidos y Karina ofreció dos en los puestos seis y siete, con la hipótesis de que esa lista podría alcanzar el 50% de los votos. En algún momento sonó Diana Mondino para encabezar la opción oficialista, pero la excanciller rechazó un pedido de la hermana del presidente que demandaba un apoyo público a Manuel Adorni, así que su nombre está en revisión al igual que el de la exministra de Educación porteña Soledad Acuña, que aparece como una opción firme aunque no para encabezar. La diputada Sabrina Ajmechet tiene su presencia asegurada, y un joven economista secundaría a Patricia Bullrich en la categoría de senadores nacionales.

En el frente financiero, el Gobierno recibió una buena noticia de parte del Fondo Monetario Internacional (FMI), que aprobó la primera revisión del programa de facilidades extendidas que mantiene con la Argentina y liberó el desembolso de USD 2.000 millones adicionales del programa acordado en abril. Una nueva señal del respaldo que sostiene el Gobierno, aunque evidencia los problemas que enfrenta el esquema de acumulación de reservas.

Donde el programa original fijaba metas estrictas de recomposición de las reservas del Banco Central, los incumplimientos no dieron lugar a una reprimenda, sino a un acuerdo entre el gobierno y el staff para ajustar los objetivos intermedios y habilitar criterios de desempeño más flexibles para lo que resta de 2025. Esto permitiría al gobierno liberar 5.000 millones de dólares de la meta de acumulación de reservas para obrar con algo más de libertad en un contexto de volatilidad cambiaria.

Junto con la relativa flexibilización monetaria, el acuerdo mantiene un ancla fiscal estricta, a tono con las prioridades del gobierno. Luis “Toto” Caputo destacó el acuerdo más permeable a las prioridades oficiales. En este contexto, el gobierno no debería tener problemas si, en última instancia, hubiera una corrida preelectoral contra el peso. El máximo de $1.380 puso a la divisa cerca del valor que habilita la intervención del Banco Central. Con cepo para empresas y posibilidad de jugar con los encajes bancarios, el Gobierno sintió la turbulencia, pero también parece estar cerca de atravesarla.

Un dólar más cercano al techo de la banda permite además liberar en parte las preocupaciones sobre el atraso cambiario y la sostenibilidad de los tipos vigentes, que eran objeto de dudas. “Si te parece barato comprá, campeón”, dijo Toto. Le hicieron caso. Hacia adelante, si se mantuviera esa tendencia se activaría rápidamente el escudo de reservas provisto por el FMI, que puede usarse si se sobrepasa el techo de la banda cambiaria. Estructuralmente, si el Gobierno logra un pass through más reducido –es decir, un traslado a precios de la devaluación acotado–, el nuevo tipo de cambio será más amigable con las exportaciones, y menos con las importaciones y el turismo emisivo, lo que aliviaría la cuenta corriente.

Todo Marcha de Acuerdo al Plan, salvo porque no. El dólar barato fue el eje de la recuperación económica y la baja de la inflación, y el Gobierno –lejos de mantener este tipo de cambio que luce en los papeles algo más sostenible– se dedicó a vender futuros, y rechazó acumular reservas durante el pico de la liquidación del agro. El coto al traslado a precios lo ponen las presiones recesivas, aunque se mantiene como una cuestión latente, no resuelta. Un riesgo significativo en tiempos electorales, aún si este tipo de cambio luce más racional que el de un mes atrás.

En Economía esperan obtener aire del mercado. Calculan que un riesgo país inferior a 600 permitiría refinanciar vencimientos en el sector privado y no en el público, y destacan que el endeudamiento del país no es tan alto comparado con el producto. Algo que era cierto también en las administraciones de Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Los problemas son de endeudamiento de corto plazo, una liquidez en divisas que nadie aporta, porque no se cree en el país y su capacidad de repago. ¿Qué haría a la Argentina más creíble en el corto plazo, particularmente antes de la elección de octubre? ¿Un triunfo en septiembre? ¿Hay algún respaldo internacional bajo la manga? Hasta ahora no hay ninguna señal y las cuentas financieras –y monetarias– de un Gobierno que esperaba que el dólar llegara al piso de la banda en mayo vienen fallando.

Milei intentaría consolidar sus apoyos del exterior con una reunión con Donald Trump en la Casa Blanca, antes de hablar en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard, que sufre el embate directo de la administración republicana. No es la única institución bajo ataque del gobierno de Trump. Guillermo Moreno, hace años, identificó en el presidente estadounidense a alguien parecido a quien considera la mayor encarnación presente de los valores e ideas del peronismo, es decir, parecido a sí mismo. Habrá que darle crédito. La última semana, Trump decidió despedir a la comisionada del Bureau of Labor Statistics, el equivalente gringo al INDEC, luego de un reporte de empleos que no fue de su agrado. La vinculación entre el reporte y la decisión de despido no es especulativa, sino que fue hecha pública por el propio Trump, que aprovechó el posteo en su red Truth Social para insistir en pedir la salida de Jay Powell, la máxima autoridad de la Fed, el Banco Central de su país. ¿El motivo? Quiere que baje la tasa de interés agresivamente, una medida casi con seguridad, inflacionaria, y que estimularía el gasto público, abaratándolo sustancialmente. Un populista de manual, o el líder de un país que, en palabras del Nobel de economía Paul Krugman, desciende aceleradamente al status de República Bananera.

Además de la visita a Trump, se especula que Milei podría recibir en el país al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. De suceder, sería pésimo para ambos, aunque la encrucijada más grande la tendría el Gobierno argentino. Netanyahu está acusado y tiene pedido de detención en la Corte Penal Internacional en la causa por genocidio iniciada por Sudáfrica. Argentina es miembro de la Corte Penal Internacional y acepta institutos como la jurisdicción universal para crímenes de lesa humanidad. Cualquier juez podría solicitar su detención y generaría una pesadilla diplomática a ambos gobiernos.

Si no lo hiciera, por lo demás, estarían incumpliéndose las obligaciones del país como miembro del tribunal. Los cuestionamientos al gobierno de Israel se encuentran en niveles históricos tras el agravamiento de la crisis humanitaria brutal –generada por la decisión del gabinete que encabeza– por no permitir el ingreso de ayuda humanitaria suficiente desde mediados de marzo. La población palestina sufre una hambruna masiva causada directamente por una decisión de Netanyahu y la situación fue reconocida incluso por el propio Trump, el principal aliado global de Bibi.

Incluso dentro de Israel se multiplican los llamados a terminar con la guerra y alcanzar un acuerdo para recuperar a los rehenes. Cientos de ex jefes y altos rangos –la abrumadora mayoría de los que siguen vivos– de las Fuerzas de Defensa de Israel del Mossad y del Shin Bet firmaron una carta cuestionando duramente la moralidad y la visión estratégica de las decisiones del primer ministro israelí. Ehud Olmert, antecesor de Netanyahu y un hombre proveniente de la derecha, fue aún más lejos. Habló de una matanza “indiscriminada, ilimitada, cruel y criminal de civiles”. No se trata de figuras marginales. Son voces comprometidas con los intereses estratégicos israelíes, que tuvieron cargos de altísima responsabilidad y que conocen de cerca la guerra y la sangre. Que sus discursos no se diferencien de aquellos que, fuera del país, el gobierno de Israel califica livianamente de antisemitas debería decir mucho sobre la legitimidad de las posiciones del gobierno de Netanyahu. Si no en una detención, una eventual visita podría terminar en una humillación histórica por la movilización callejera que generaría la presencia del primer ministro israelí mientras se mantenga la desesperada situación en Gaza. Decenas de miles de personas en la calle, la ciudad parada y las plazas y calles valladas no parecen el escenario ideal para consolidar ningún acuerdo.

Las alianzas internacionales de Milei sufrieron además un fuerte impacto con la orden de detención domiciliaria preventiva dictada contra Jair Bolsonaro por el intento de golpe de Estado de enero de 2023. Bolsonaro tendrá prohibido comunicarse por redes sociales, propias o de terceros. Su detención parece haber puesto los focos sobre él, empeorando también su posición política. De acuerdo a Datafolha, casi dos tercios de los brasileños preferiría que Bolsonaro no concurra a la próxima contienda presidencial.

La ofensiva arancelaria de Trump contra Brasil y las sanciones personales contra el juez que lleva la causa son un pobre antídoto para una investigación que cuenta con pruebas sólidas y un país con tradiciones de posicionamientos nacionalistas. Lula da Silva sube en las encuestas desde que estalló el escándalo y hoy encabeza todos los escenarios de ballotage, aún en un ambiente de fuerte pesimismo económico en la mayoría de la población. Para el presidente argentino, junto a los tropiezos, errores y crímenes ajenos, aparece la posibilidad de revisar las propias posiciones. Difícilmente la tome.

En materia de números, el relevamiento de julio del Latam Pulse de AtlasIntel, una de las encuestadoras con mejores resultados en elecciones recientes no sólo en el país, sino en sitios como Brasil y los Estados Unidos, junto a la agencia Bloomberg, con entrevistas digitales a 4.080 adultos entre el 25 y el 28 de julio de 2025, arroja –en Argentina– un panorama en el que conviven negatividad, un cierto grado de expectativas de futuro y un gobierno cuya mayor fortaleza sigue siendo la deslegitimación opositora.

Milei registró una aprobación del 45,1%, una desaprobación del 47,8% y un 7% que no emitió opinión. Una valoración neta negativa, pero razonablemente estable desde que asumió el gobierno, que contrasta con oscilaciones más severas que caracterizaron a sus predecesores. Los números de aprobación se encuentran entre los tres más bajos de la serie histórica, y se acerca al piso de abril, luego del repunte en meses anteriores. La gestión de gobierno aparece, desde marzo, peor evaluada que el presidente, con apenas 35,8% de apoyos y 42,3% de opiniones negativas.

En línea con estas opiniones negativas, el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) se ubicó también en terreno muy negativo, aunque con una particularidad: mientras la evaluación sobre la situación actual es sumamente mala (-38 puntos porcentuales), las expectativas a 6 meses se ubicaban en un terreno levemente positivo (+7 puntos). Un escenario que se repite con leves variaciones cuando se consulta sobre la situación familiar, y que también tiene un reflejo en las expectativas de inflación, que se mantienen contenidas. El Gobierno, todavía, puede vender porvenir, pero las lecturas sobre la actualidad son sumamente desfavorables.

El terreno es resbaloso, ya que las fortalezas oficiales no se asientan sobre otros logros materiales sólidos que la baja de la inflación, que aporta una excusa para creer en un futuro mejor, pero que también hace al oficialismo vulnerable a cualquier recalibración de la mirada general. De ahí que los ruidos sobre el dólar y sus probables consecuencias inflacionarias obsesionen al gobierno, que debió transitar entre las diatribas del presidente contra un banco y los intentos de Luis Caputo y Bausili de mantener el encuadre de la cuestión dentro de la habitual especulación preelectoral.

El otro gran activo del oficialismo de cara a las elecciones es la oposición. La imagen neta de Cristina Fernández de Kirchner fue negativa en más de 20 puntos. Guarismos similares a los de Axel Kicillof. Sergio Massa, a quien muchos ven candidato, superaba los 30 puntos en el mismo sentido, una valoración que compartía con los primos Jorge y Mauricio Macri. Para algunas figuras ubicadas en el centro, como Martín Lousteau y Horacio Rodríguez Larreta, el panorama era aún peor: superaban los 50 puntos de rechazo neto. Mientras para Juan Schiaretti el desconocimiento era mayor a la valoración positiva. Acaso peor, ningún sector ofrece una visión de futuro que no se limite a la oposición o adhesión a las miradas oficialistas. La única esperanza es una implosión del oficialismo que los devuelva a la conducción de los destinos nacionales con una u otra martingala.

No llama la atención que de cara a las elecciones legislativas de octubre, LLA lidere la intención de voto, con 38,7% -un liderazgo claro pero lejano a valores plebiscitarios-, seguida por los candidatos de Fuerza Patria con 27,5%. En tercer lugar aparece el PRO, como tal, con 6,5%, por encima del peronismo no kirchnerista y el radicalismo. Alrededor del 12% se mantenían indecisos. Habrá que ver con cuántos ausentes.


 
Iván Schargrodsky | Cenital

  • facebook
  • googleplus
  • twitter
  • linkedin
  • linkedin
  • linkedin