LA RE-RE-RE DEL AGRICULTOR ARGENTINO: RENACER, REGENERAR… RETENCIONES

A espaldas suyo, a través de la ventana, la imponente cúpula del Oculus de Nueva York transmite lo que su autor, el español Santiago Calatrava, buscó transmitir: las alas de un ave levantando vuelo. Símbolo arquitectónico del Ground Zero, es una inequívoca alusión al Fénix que renace de sus cenizas, tras el atentado que derrumbó a las Torres Gemelas hace más de dos décadas (se cumplirán 22 años en menos de tres meses).

De alguna forma, también el negocio del agro de Bayer inició una nueva era, a partir del anuncio de su nuevo plan estratégico para los próximos años. Responsable 25.200 millones de euros de los 50.700 millones que el grupo alemán facturó en 2022, la división Crop Science anunció un despliegue de sistemas, soluciones y productos, con fuerte combinación de edición genética, herramientas digitales y fuerte foco puesto en sustentabilidad, que apunta a captar nuevos mercados por 100.000 millones de euros en 2030, el doble de lo que mueven, actualmente, los segmentos en los que la empresa ya tiene presencia. Sólo con el pipeline de productos y soluciones que tiene hoy en inversión y desarrollo, calcula un pico de ventas de 30.000 millones de euros.

Bayer definió a su nuevo norte con un concepto: agricultura regenerativa. Y, según Rodrigo Santos, brasileño ex Monsanto que dirige el negocio a escala global, la Argentina tiene todo para ser una luz en ese camino.

«Una de las cosas por las que empezamos a hablar mucho de agricultura regenerativa fue cuando vimos los datos de la Argentina. Los primeros intentos que hicimos vinieron de allí», contó Santos, en una de las primeras mañanas veraniegas de Nueva York. De 50 años recién cumplidos, hoy vive en los Estados Unidos. Pero, con más de la mitad de su vida dedicada al negocio agrícola, comandó las operaciones de Monsanto -adquirida por Bayer en 2016- en Brasil, primero, y la región después, y, hoy, es el responsable de América latina en el directorio de Leverkusen. Con lo cual, conoce a fondo la situación del mercado argentino, país que, paradójicamente, pese a ser el tercer mayor productor de soja del planeta, Bayer decidió salir de ese negocio hace dos años por, entre otros factores, la indefensión jurídica que significa la actual Ley de Semillaspara sus derechos de propiedad intelectual.

«Los argentinos tienen una de las cosas que realmente amo de su país: los productores son entrepreneurs. Necesitan ser competitivos«, expresa. «Enfrentan desafíos en la Argentina. Entonces, van por cómo pueden ser productivos, efectivos. Es un país que, en términos de desarrollo de nuevas tecnologías, si lo dejan, florece», pondera.

«Tiene ese entrepreneurship en los productores que es espectacular; increíble. La Argentina puede ser un modelo para el mundo en agricultura regenerativa«, asegura.

Sin embargo, él mismo reconoce que, comparadas con las de los Estados Unidos y, en especial, Brasil, las curvas de crecimiento de producción y, sobre todo, inversiones, no corren paralelas.

Sonríe. «No conozco ningún país», dice, «y viajo mucho», aclara, «en el quelos agricultores tengan que pagar grandes impuestos para exportar. Ninguno».

«Si algo deseo para los agricultores argentinos es eso: para ellos, los derechos de exportación son realmente un desafío«, agrega. «Mencionen otro país de este planeta que tenga eso. Yo no lo conozco. Los agricultores brasileños no pagan eso por exportar soja a China. Y eso los habilita a invertir más, convertir más tecnología y continuar el círculo virtuoso». 

El Cronista

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